Quienes viven empecinados en no dejar vivir siguen mostrando sus alarmas ante el bicho exterminador. Si les escuchamos, tengo la impresión de que están deseando meternos de nuevo en casa para salir al balcón de los aplausos y reencontrarnos con esos vecinos de las fincas del otro lado de la calle a quienes desde entonces no hemos vuelto a ver. Seguimos con alarmas más urbanas, como esa huelga de la EMT que obliga a esperar mucho más de lo previsto al bus deseado y que llegará con muchos más pasajeros de los permitidos por el bicho. Y no me refiero a un tal Grezzi.
Alarma en la población de Carlet, donde desde el pasado domingo nada se sabía de Meri, una buena mujer de 51 años presuntamente desaparecida alarmando por lógica a su hijo, que pidió ayuda al pueblo entero que inició una búsqueda masiva. Pero la mujer se presentó sana y salva un día después, sin que se haya dado explicación alguna de lo ocurrido. Igual la buena mujer quiso darse un homenaje privado sin avisar.
Alarma en “El Hormiguero”, porque ayer hubo algo que hizo pensar en que eso de “el programa más visto del día” de que presume Pablo Motos, no es tan visto. Junto al monologuista manchego Joaquín Reyes, el presentador valenciano intentó entregar nada menos que 6.000 euros en tres llamadas telefónicas al azar que resultaron muy azarosas. Un señor dijo que no veía el programa nunca, otro manifestó que no le gustaba y no lo ponía y la tercera, una mujer que arguyó no interesarle el dinero y, desconfiada, llamó “imbécil” a los del plató. Noche para olvidar agravada cuando apareció el insoportable “Monaguillo” que empuja con fuerza a cambiar de canal.
Alarma en la manera de saludarse algunas personas cuando en lugar del codazo absurdo se topan con el puño entre ellos. Hace pensar que el bicho está en la palma de la mano, mientras que no se le ocurre meterse entre los nudillos de los dedos. Y alarma general cuando hay gente que solo se lava las manos olvidando el resto del brazo. Y peor aún esas personas que olvidan la ducha diaria incluso al día de hoy.